Monica Heisey (Toronto), ensayista, guionista y comediante, da el salto a las librerías con su novela debut, Estoy genial, gracias, una narrativa contemporánea donde se explora a fondo el cambio radical que da la vida tras un proceso de divorcio.
Prácticamente, un tercio de los matrimonios acaba en divorcio. Y Maggie acaba de engordar esa estadística. Tras nueve años de relación y sin llegar a los dos de casada, esa etapa de su vida se da por terminada. Pero ella está bien, está genial, o eso quiere hacernos parecer.
Casi a modo de diario, nos va relatando en primera persona cómo lo está pasando a raíz de semejante cambio, el cual no es nada sencillo. Ha pasado toda su juventud en compañía de su pareja y prácticamente se ha visto soltera de un día para otro, sin saber muy bien cómo llevar la situación.
Maggie atraviesa todos los clichés típicos del divorcio: la mala alimentación, apuntarse a una infinidad de hobbies, probar todas las apps de ligues esporádicos, compras compulsivas por internet o acosar a su ex, entre muchos otros. Va de uno a otro como pollo sin cabeza, descuidando otras facetas de su vida, como sus amistades, trabajo o economía, llegando al punto de poner en riesgo varias de ellas.
A lo largo de la historia, Maggie parece estar sumida en un estado emocional agotador y en una espiral constante de tristeza debido a su divorcio reciente. Aunque esto puede ser un aspecto realista y válido en la representación de alguien que atraviesa por esta situación, me resultó difícil empatizar plenamente con ella. Su tristeza abrumadora parecía consumir cada aspecto de su vida y dejaba poco espacio para su desarrollo como personaje o para explorar otras facetas de su personalidad hasta bien avanzado el relato.